Colaboración con artistas plásticos

Siempre me han interesado los diferentes lenguajes para expresar y comunicar.Años atrás, preparando un pequeño curso sobre comunicación intercultural, y en mi intención de transmitir que todos somos parte de un todo, intenté buscar ese mismo texto en el contexto de la poesía y el de la ciencia. Y me fascinó entender, a mi nivel, el concepto de fractales.

El brócoli y la coliflor nos lo muestran y confirman: La Parte es representativa del Todo.

La ciencia lo expresa así:

“Los fractales proveen una visión de infinitud coherente, de simple retroalimentación de sí mismos para crear su bella complejidad.”

En otro lenguaje, Dante poetizó al respecto:

“En su profunda infinitud vi cosechadas, en una sola gavilla atada por el amor, las hojas sueltas de todo el Universo”.

Quizás por eso, algunas veces colaboré con personas que se expresan a través del Arte. Yo sé que hablo castellano, catalán y que comprendo bastante bien el inglés y el arte.

Así que en ocasiones organicé eventos, exposiciones, publicaciones, grupos de reflexión y creatividad y escribí algunas pinceladas para presentaciones bellísimas. Algunos nombres que me han dejado huella: Mireya Baglietto con su arte núbico; la fotógrafa, docente y curadora Analía Piscitelli; el fotógrafo David Beniluz; Eduardo Fuhrmann con sus ilustraciones para Maria Elena Walch; Antonia Cortijos y sus grabados; Nieves de Bruno con sus objetos antropomórficos; Carla Tarruella en su tránsito de la pluma al pincel; el máximo exponente del surrealismo español Antonio Beneyto; y, recientemente (mayo 2024), unas palabras para Daniel Herce. Por supuesto, todos en Instagram.

En esencia, el verbo jamás tranquiliza. Tiene algo de lo azaroso o terco de todo aquello que pulsa vida.

Observando una y otra vez esa insistencia cromática en la obra de Daniel Herce, me ha dado por pensar que técnica y teoría nunca son neutras. Porque en verdad, ambas son posteriores a la experienciación del cuerpo y a la observación reflexiva de la mente. Solo en la integración confiada de ambos sucesos sucede algo subjetivo, único e irrepetible, impulsado por lo insistente de esa esencia que nunca es neutra.

Y veo una suerte de métrica poética en la pintura de D.H. que, en su a veces desgarbo y otras veces empaque, no se aparta nunca de lo bello.
Manifestarse así, impulsado por ese verbo a color, creo que implica transitar instantes de ausencia esencial del artista, ya que la obra no es monólogo, ni es olvido, más bien coraje para exponerse. Y contactar desde allí con un otro o lo otro, es enfrentarse al diálogo. A la humildad.

El diálogo apropiado, es decir desde la humildad de lo que nos es propio, siempre seduce. Sea escrito, pintado, bailado o guisado.

Trini Torner